martes, 28 de julio de 2009

Pensamientos de Escritora III

Luego de un pequeño receso (estuve pensando mucho en el proyecto, pero sin demasiado tiempo para sentarme y poder escribir aca), vuelvo a escribir sobre mi cuento.

Ya lo decidí, es una ficción histórica (no se si realemente se dice asi). Como dije antes, me interesaba mucho el tema de las epidemias y lo que cusaba en la gente. Estuve investigando y mi elección fue tratar la epidemia de la fiebre amarrilla en 1871.

Mi investigación me llevó a descubir varias cosas interesantes, como por ejemplo la creación del cementerio de chacarita (que dicho sea de paso, queda a muy pocas cuadras de mi casa). También recolecté información de los médicos que se quedaron en la ciudad para ayudar en esta epidemia.

La historia se basa en la descripción de la ciudad en la época de 1870. Es un diario de viajero (o por lo menos un intento) de un periodista extranjero, encargado de cubrir la situación.

Todavía no quiero subir lo que escrbí, porque como siempre, no me gusta lo que hice. En estos días voy a intentar darle un cierre, tomar valor y subirlo de una vez, jeje.

martes, 14 de julio de 2009

Pensamientos de escritora

Estos días los dediqué a poner en papel las ideas que estaban volando en mi cabeza. La verdad es que sólo a una de ellas le vi futuro, por lo que decidí descartar a las demás.

Sigo pensando este proyecto en torno al territorio de guerra y a la consigna del cuadernillo "viaje y narración" que propone pensar a la ciudad de Buenos Aires sitiada, o a la Biblioteca Nacional bombardeada. Sin embargo, transformaré un poco esta propuesta y pensaré a la ciudad acechada por otro tipo de fenómeno.

Tal como me recomendó Claudia, leí varios de los proyectos narrativos elaborados por los chicos de la cursada del año pasado. Más allá de los proyectos, que me son de gran ayuda, rescato lo escrito sobre el proceso que realizaron para lograr el resultado final. Es una herramienta más para encaminar el trabajo previo a la escritura.

martes, 7 de julio de 2009

Pensamientos de escritora.

Sigo en la nebulosa, con muchas ideas pero nada demasiado concreto. De los territorios que recorrí, el de guerra creo que será el elegido.
En el cuento de Juan Goytisolo, El sitio de los sitios, encuentro ciertos disparadores que me llevan a pensar en algunas posibilidades de ficción. Me gusta la idea de mantener cierta relación con la realidad, y esto es lo que intentaré buscar con mi futuro escrito.

lunes, 6 de julio de 2009

Tarde de arte


Como es usual en mí corro contra el reloj, la hora del encuentro con mis compañeras de grupo Paula y Noemí se acerca y yo sigo dando vueltas en mi casa. Miro por la ventana, el cielo negro y la lluvia no cesa, decido pedirle a mi papá que me lleve en el auto hasta la Rural en el barrio de Palermo donde acordé el encuentro; Rezongando bastante decide llevarme. En el camino hablamos sobre el trabajo que tengo que realizar y sobre ArteBA. Le comento que es la Feria de Arte Contemporáneo que se realiza en la ciudad de Buenos Aires, que contiene una mezcla interesante entre todo tipo de artistas, desde los más reconocidos, hasta los que recién están dando sus primeros pasos en el mundo del arte. Entre charla y charla nos pasamos y debemos dar toda la vuelta, aprovecho ese tiempo y llamo a mis compañeras, les aviso que estoy a unas cuadras. Por fin llegamos a destino, me bajo del auto, saludo a mi papá y comienzo a caminar hacia la boletería donde me esperan Paula y Noemí. Me cuesta trabajo encontrar a mi compañeras debido a la cantidad de gente que circula, noto que la gran cantidad de personas también es porque al lado de la boletería está la entrada para el espectáculo Opera Pampa. Busco entre la multitud, algunos pasan apurados, otros como yo esperan a su compañía. Encuentro a Paula y segundos más tarde llega Noemí. Nos saludamos y verificamos haber traído todo lo necesario, la cámara, las pilas, el cuaderno y el grabador. Juntas fuimos a comprar las entradas y comenzamos el recorrido. Al entrar observé lo grande que es el predio en el cual se desarrolla la feria. La muestra está dividida en pequeños stands donde cada artista tiene su lugar; alcanzo a ver algunos carteles con los nombres de los expositores y sus lugares de procedencia. Hay obras de todas partes del mundo, España, Chile, Uruguay, México.
Particularmente, yo nunca había estado en un evento de esas características, por lo cual no tengo ni la experiencia ni el conocimiento como para dar una opinión más técnica sobre la muestra, sólo cuento con mi percepción.
Caminamos sin tener mucha idea hacia dónde ir, estamos las tres calladas, inmersas en ese mundo tan distinto. Veo varias obras pero ninguna con demasiada atención, hasta que me cruzo con una mujer muy particular que me hace detener. Me es extraño pensar que lo primero que realmente llama mi atención fuese una persona y no lo que se esta exponiendo. Tiene un aspecto exótico, es alta y delgada, su cabello es rubio, encrespado, da la sensación de que crece hacia arriba. Tiene la piel oscura y bronceada, que contrasta con el pelo platinado; lleva puesto un vestido azul y verde bien corto y muy llamativo inadecuado para el frío que está haciendo. Se pasea por los pasillos sonriendo con un vaso de champagne, conversando con la gente. En un primer momento pienso que se trata de alguien perteneciente a alguna de las muestras. Luego me doy cuenta de que se trata de un visitante más, que esta disfrutando de la feria. Siento más admiración por esa mujer, que parece salida de alguna de las obras, por su vestimenta y su manera de andar, que en lo que vi hasta este momento. Les comento a mis compañeras sobre esta mujer, nos reímos un poco y decidimos seguir viaje.
Mientras miramos, tomamos notas y sacamos fotos. Seguimos caminando, comentamos algunos cuadros pero no hablamos demasiado. Es difícil transitar tranquilo, hay mucha gente que se detiene, que pasa distraída, que te lleva por delante. Me encuentro con una pintura muy particular, la observo, le busco un sentido pero no logro encontrarlo. Llamo a mis compañeras, les muestro la pintura y les pido su opinión, ella tampoco tienen mucho que decirme. Se trata unos de cuadros pintados de un color con una franja que los atraviesa en un tono mas claro. Esta obra genera ciertas preguntas en mí, como por ejemplo qué es el arte, a qué se considera arte o qué es lo que le da valor a esos cuadros como para estar expuestos en una feria así. Quizás ese era su efecto, causar esas preguntas. Sin embargo no encuentro respuestas, sigo sin comprender porque una pintura así ocupa ese lugar. Pero como mencioné antes, soy inexperta en este tipo de eventos culturales, por lo cual debe haber muchas cosas que no lograré comprender.
Ya estoy cansada de tanto caminar y me siento perdida, hay demasiado para ver.
Decidimos ir al barrio joven, donde se ubicaban todos los nuevos artistas, a escuchar una de las charlas. Llegamos tarde, la charla ya comenzó, el sonido no es bueno, por lo que se nos hace difícil seguir el hilo de la conversación. Puedo distinguir a grandes rasgos que se está hablando de las complicaciones que sufren estos nuevos artistas para exponer sus materiales. No puedo concentrarme en lo que están hablando, me pierdo mirando el salón, me es una imagen tan extraña. En el centro una barra de una conocida marca de champagne vendiendo pequeñas botellas, la gente sentada bebiendo en unos sillones muy modernos con forma circular y entre medio de todo eso una clase de taekwondo. Me es imposible prestar atención a lo que dicen en la charla con semejante espectáculo ante mis ojos. ¿Cuál será el fin de esa clase? ¿Qué tendrá que ver con las muestras y con la charla que se esta dando? Todavía más preguntas invaden mi cabeza y yo sigo sin poder contestarlas.
La charla finalizó por lo que decidimos recorrer un poco más este sector. Vislumbro unas gráficas interesantes. Se tratan de publicidades muy tradicionales haciendo referencia a valores típicos como la familia, la educación, a las cuales se les cambió algunas palabras o imágenes, volviéndolas transgresoras y distorsionando por completo su sentido, relacionándolas con temas como por ejemplo el sexo.
Recorrimos todo el Barrio Joven y sin nada más por ver, salimos de él para seguir con el resto de la feria. A los pocos metros vemos un stand el cual me sorprende muchísimo. Está auspiciado por una marca de cigarrillos y no está permitido el paso de menores de 18 años, me parece raro ver una cosa así en un evento de estas características. Cómo estaría relacionada esta marca con una feria de arte. Queremos entrar pero como no tenemos nuestros documentos con nosotras y no fumamos no nos permiten ingresar. Nos vamos con cierto enojo, comentando lo mal que nos parece esta situación.
Seguimos recorriendo ArteBa, ya se había hecho tarde, así que empezamos a caminar hacia el lado de la salida.
En el trayecto observo un cuadro que me transporta al taller de expresión que curso y al tema del viaje que tanto tratamos en él. Son fotos de distintos micros pintados, tomadas en las rutas de la Argentina, recolectadas por el fotógrafo durante diez años. Veo estas fotos, y pienso en las historias de estos micros, en el por qué de sus decorados, en la vida de las personas que viajan en ellos y en el fotógrafo que decide sacar ese tipo de fotos. Estas fotografías me transmiten una sensación de libertad y de otra vida totalmente distinta a la que llevo yo. Me recuerdan a los textos leídos en taller y cómo el viajar provoca una mirada distinta.
Dejo de pensar en todas esas personas y en sus viajes, miro el reloj, la hora del cierre se acerca. Decidimos irnos; en el camino conversamos de todo un poco, pero casi nada sobre lo que habíamos visto hacía un rato. Antes de despedirnos arreglamos lo que cada una llevaría para la próxima clase de taller. Nos saludamos y nos separamos.

miércoles, 1 de julio de 2009

Vida de perro

Un pañuelo manchado con labial, era el único recuerdo que le quedaba de su mujer. Desde el día en que ella se marchó, Esalí nunca más volvió a ser el mismo. Antes de su partida era un hombre alegre, animado y feliz, pero ya no quedaba nada de ese sujeto. Ya no salía de su casa, no sonreía, y no se relacionaba con nadie, su único amigo era un vaso de ginebra.
Su hogar se convirtió en su refugio. Con el tiempo esa hermosa casa, que causaba la envidia de todos sus vecinos, se convirtió en una cueva. Las plantas se fueron muriendo; el polvo y los insectos invadieron todos los rincones. Un olor nauseabundo se impregnó en cada cama, en cada mueble, en cada pared. El estado de Esali era igual de deplorable. Pasaba días enteros sin higienizarse, tenía el aspecto de un moribundo. Había regalado toda su ropa y ya no le quedaba ni un zapato en buen estado. El poco dinero que tenía lo gastaba en ginebra. Por las noches no dormía, pasaba las horas frente al televisor bebiendo. Se sentía desdichado, no recordaba cuando había sido la última vez que descansó tranquilo. Deseaba tanto poder dormir y soñar con otra realidad. Sentía que la falta de sueño lo estaba enloqueciendo.
En una de esas tantas noches de insomnio, Esali creyó haber encontrado la cura a su problema para dormir. La solución había llegado a través de la televisión, que anunciaba un producto prometiendo terminar con todos los males. Se trataba de un pequeño libro con cualidades mágicas. Esali estaba seguro de que ese libro lo iba a ayudar. Sentía la necesidad de tenerlo. Aunque no le alcanzaba el dinero para comprarlo, estaba dispuesto a conseguirlo de cualquier manera, así fuese robándolo.
Tomó el arma que guardaba en su mesita de luz y se dirigió hacia la calle. Habían pasado casi seis meses desde la última vez que había salido al exterior, y ahora a diferencia de esa época, hacia frío, era pleno invierno.
Caminó un largo rato hasta que por fin se detuvo. Se frenó ante una puerta pintada de azul brillante con un cartel que señalaba que allí se vendía el libro que curaba todos los males.
Empujó suavemente la puerta y entró. Un amable vendedor se acercó y le anunció que ya habían cerrado y debía volver al día siguiente. Esali asintió con la cabeza sin decir una sola palabra. Pero cuando el vendedor volteó, lo tomó por la espalda y lo amenazó con su arma. El hombre temblando de miedo buscó el libro y lo entregó. Esali lo tomó y velozmente se dio a la fuga. Corrió lo más rápido que pudo, estaba ansioso por comenzar a leerlo y así terminar con sus problemas.
Llegó a su casa casi sin aliento. Cuando por fin recobró el aire, tomó el libro y lo observó detalladamente; en sus manos tenía la cura de su insomnio y desdicha. La tapa era negra y el título se asomaba en letra tamaño quince, con una forma media, agradable a la vista y motivando a la lectura. En su contratapa había un breve resumen de la historia y fragmentos de las críticas que le habían hecho. Era un libro pequeño, pero pesado por sus trecientas hojas. Tenía un olor mezcla de viejo con nuevo. Su aspecto era sencillo, nada daba indicios de que se trataba de algo mágico.
Esali comenzó a leerlo. El protagonista de este cuento era un perro negro callejero llamado Matías, que vivía en un pueblito del interior. A lo largo de los capítulos se narraba toda clase de aventuras que el animal iba teniendo. En un primer momento, Esali sintió envidia de la vida de ese perro callejero, de su libertad y de sus pocas preocupaciones, deseó ser ese canino y poder vivir una tranquila vida de perros.
No paró ni un segundo de leer, estaba fascinado con la vida de este particular personaje. Le llevó una semana terminarlo, y cuando por fin lo hizo, el sueño llegó de inmediato.
Esa primera noche durmió como hacia mucho tiempo no dormía. En su sueño revivió las aventuras de Matías, pero esta vez, él ocupaba el lugar del perro; Esali sintió cada vivencia de Matías en primera persona.
Al despertarse ya no era el mismo. Se sentía diferente, no quería permanecer ni un segundo más en esa casa que se había convertido en oscura y deprimente. Tenía la necesidad de salir al aire libre y caminar. Esali quedó sorprendido con lo que le estaba pasando, creyó que el libro realmente era mágico y lo estaba ayudando a salir de esa vida monótona que había llevado hasta ese momento. Vagó sin rumbo todo el dia; al anochecer el cansancio lo venció y se tiró a dormir en una plaza cercana. Volvió a soñar con el perro, al igual que la noche anterior y otra vez él ocupaba el lugar del animal.
A la mañana siguiente siguió viajando sin destino fijo. De repente se detuvo, un aroma delicioso llegaba hasta él. No estaba seguro qué era ni de donde venia, pero le había abierto de manera increíble el apetito. Siguió caminando hacia donde el olor lo llevaba, cada vez se hacia mas fuerte y pudo distinguir que se trataba de carne. Recorrió largas cuadras antes de encontrar el lugar del cual provenía ese aroma. Esalí se sorprendió al notar que pudo sentir el olor de la carne desde tan lejos, pero en ese momento no le dio demasiada importancia al asunto, estaba desesperado por comer.
Nunca más volvió a su casa, ni pensó en ella. Ahora se dedicaba a recorrer la ciudad, dejó atrás su viejo vicio de la bebida, podía dormir en paz y ya no recordaba a la mujer que le había hecho tanto mal. Se sentía feliz de tener esa vida despreocupada y relajada que tanto le envidiaba al perro de su libro mágico.
Todas las noches soñaba que era Matías, y todas las mañanas se encontraba mas lejos de ese hombre que habia sido. Con el correr de los días, se dieron ciertos cambios en su aspecto físico. El color de su piel y su cabello se tornaron cada vez más y más oscuros. El vello de sus piernas y espalda se hizo más frondoso. Hasta sus dientes sufrieron cambios, los colmillos se le afilaron poco a poco. Esali era conciente de que todas las mañanas sufría transformaciones nuevas, pero esto no le preocupaba, ni le asustaba, se sentía cómodo con lo que le estaba pasando.
Creía que lo que sucedía se debía al nuevo tipo de vida que llevaba. Consideraba normal que su piel se oscureciera ya que pasaba el día entero expuesto al sol; que sus dientes se afilaran lo relacionaba con el hecho de que ahora sólo contaba con ellos para comer. Estaba agradecido por lo que el libro había hecho en él, le dio una nueva visión de las cosas, le regaló el cambió que tanto buscaba. Lo demás era irrelevante.
Una noche el sueño recurrente de Esalí cambió, no soñó con Matías, sino con él mismo. Se vio frente a un espejo roto despidiéndose de alguien, desándole buena suerte. Se despertó exaltado, no recordaba nada de lo que había soñado pero se sentía completamente diferente.
Cuando quiso levantarse de donde estaba recostado, se dio cuenta de que no podía caminar sobre sus dos piernas, no poseía ni manos ni pies, ahora tenía patas. El cuerpo se le había llenado de pelos negros, la boca se transformó en hocico. Sus orejas se alargaron y volvieron puntiagudas. Intentó gritar y en su lugar emitió un ladrido. Podía correr y saltar de una manera que nunca antes pudo. Esali comprendió todo y en ese instante pudo recordar su último sueño. El libro realmente era mágico y le había dado mucho más de lo que él podía esperar. Tomó el lugar de ese perro que tanto envidió, ahora era Matías y vivía una tranquila vida de perro, despreocupado, libre y feliz.

Toda despedida implica un encuentro...

La espera se hacia interminable. El aeropuerto estaba repleto debido a las largas demoras ocasionadas por conflictos con los trabajadores. Yo me encontraba allí, acompañando a mi familia en la despedida de un querido amigo, que se iba a Ecuador a comenzar una nueva vida.
Para sobrellevar la espera, mi madre decidió llevarnos a mi hermano y a mí a recorrer el aeropuerto. En el camino nos detuvimos en un puesto de diarios y revistas, donde pasamos un buen tiempo tratando de hallar algo interesante. De pronto un pequeño libro llamo mi atención, en su tapa se encontraba la imagen de una gaviota. Mi madre me alentó a que lo leyera recordando lo grato que le había resultado su lectura. Decidimos comprarlo.
Comencé a leerlo con mucho entusiasmo, fascinada por la gran cantidad de fotos que el libro contenía del mar y las gaviotas. Pero con mis nueve años se me hacia difícil comprender el mensaje y fue quedando en el olvido en un rincón de mi habitación.
Nunca mas a volví a pensar en el libro ni en sus fotos, hasta hace dos años, cuando en una tarde de orden y limpieza reapareció. Tenia ciertas marcas del paso del tiempo, pero su efecto en mi fue el mismo que el de la primera vez; sus fotos me volvieron a atrapar. El libro me estaba dando una segunda oportunidad de descubrir su contenido. Y así sucedió. Esta vez pude darle un sentido al texto. En él encontré una frase que se convirtió en una de mis favoritas: “si nuestra amistad depende de cosas como el espacio y el tiempo, entonces, cuando por fin superemos el espacio y el tiempo, ¡habremos destruido nuestra propia amistad! Pero supera el espacio, y nos quedará sólo un Aquí. Supera el tiempo, y nos quedará sólo un Ahora. Y entre el Aquí y el Ahora, ¿no crees que podremos volver a vernos un par de veces?” Estas líneas me ayudaron a comprender que aunque en esa etapa de mi vida emprendería un nuevo camino diferente, los afectos se mantendrían inalterables.
A partir de ese momento, cada vez que la nostalgia me invade vuelvo al libro en busca de los párrafos que me hicieron tanto bien.