miércoles, 12 de agosto de 2009

Pensamientos de escritora

Retorno luego de una vacaciones en Cordoba. Necesito ponerme al día con todo lo del proyecto y empezar a subir los borradores que tengo y las versiones mas elaboradas.


Primeramente voy a subir la información que estuve buscando, en la cual se basa gran parte de mi trabajo. Como mi trabajo trata de una epidemia en el 1870, me dedique a leer muchos libros de historia, páginas de internet, buscar fotos, mapas, para lograr darle un contexto a este trabajo.

No subo todo porque hay muchas cosas repetidas y se haria muy extenso.



La epidemia de fiebre amarilla de 1871 fue una catástrofe que mató al 8% de los porteños, paralizó la ciudad, hundió algunos barrios e hizo surgir otros, clausuró el cementerio del Sur y engendró Chacarita.
A comienzos de 1870, Buenos Aires es todavía la Gran Aldea. En ella conviven el Gobierno Nacional, el de la Provincia de Buenos Aires y el municipal. El censo de 1869 había registrado en la Ciudad de Buenos Aires 187.000 habitantes. Se inaugura el tranvía de la Recoleta a la Plaza de la Victoria( actual plaza de mayo). Se fundan la Compañía de Gas y el Banco Nacional, y el primer bandoneón desembarca en brazos de un marinero alemán. Por cada librería hay cien billares y 150 pulperías. Un dato es preocupante: sobre 19.000 viviendas urbanas, 2.300 son de madera o barro y paja. Hay un incipiente sistema de aguas corrientes, pero el grueso de la población se surte de pozos o directamente del río, por medio de los aguateros. En este último caso, las quejas por la suciedad del agua son constantes. La construcción no acompaña el ritmo del flujo inmigratorio. Comienza el hacinamiento de inmigrantes en los barrios del sur. La higiene urbana deja mucho que desear.

El panorama del país interior: La Guerra del Paraguay finaliza con la destrucción total del país hermano.
Los montoneros tienen a maltraer al presidente Sarmiento y los malones liderados por el cacique Calfucurá consuman doce invasiones en un año. Una de ellas llega a los suburbios de Rosario; las fronteras interiores retroceden a los límites del siglo XVIII.
A fines de 1870 se registran numerosos casos de fiebre amarilla en Asunción del Paraguay. En Corrientes, el primer enfermo se detecta en diciembre de ese año y el último en junio de 1871. De 11.000 habitantes que tenía la ciudad, mueren 2.000.
El 27 de enero se conocen tres casos de fiebre amarilla en Buenos Aires. A partir de esa fecha se registra un promedio de diez enfermos diarios. Las autoridades parecen desoír a quienes advierten que se está en presencia de un brote epidémico. La polémica crece y gana los diarios. La municipalidad trabaja intensamente preparando los festejos oficiales del carnaval. A fines de febrero el Dr. Eduardo Wilde asegura que se está en presencia de un brote febril. El bullicio carnavalesco ahoga la voz de este solitario aguafiestas. Marzo empieza con 40 muertes diarias. Todas de fiebre. El pánico sucede a la despreocupación. La peste desborda a los conventillos de San Telmo para, sin prejuicios clasistas, comenzar a golpear a las familias acomodadas del Norte. Se prohíben los bailes. Mucha gente decide abandonar la ciudad. La primera semana de marzo cierra con cien fallecimientos diarios provocados por la fiebre. Algunos diarios informan sobre el flagelo con titulares catastróficos, estimulando a la otra peste que empieza a atacar a los que se salvaron de la fiebre: el terror.
Los hospitales generales de Hombres, de Mujeres, el Italiano y la Casa de Expósitos (Casa Cuna) colman su capacidad. Los sesenta médicos que se quedaron, igual que el puñado de enfermeras y sepultureros, no dan abasto. El puerto es puesto en cuarentena y las provincias limítrofes impiden el ingreso de personas y mercaderías procedentes de Buenos Aires.
El 13 de marzo se crea la Comisión Popular de lucha contra la fiebre. La encabeza el doctor Roque Perez y están entre otros, Lucio Mansilla, Argerich, Billinghurst, el poeta Guido Spano, Vedia y Mitre. A mediados de mes los muertos pasan de 150 por día. La ciudad se va paralizando. El presidente Sarmiento y el vice Adolfo Alsina la abandonan. El diario La Prensa del 21 de marzo comenta el hecho con éstas palabras: “Hay ciertos rasgos de cobardía que dan la medida de lo que es un magistrado y de lo que podrá dar de sí en adelante, en el alto ejercicio que le confiaron los pueblos”.
La ciudad tenía solamente 40 coches fúnebres. A fines de marzo, los ataúdes se apilan en las esquinas. Coches con recorrido fijo transportan todos los cajones que encuentran. Pronto se agregan los coches de plaza para cubrir la demanda de vehículos. Las tarifas que cobran los “mateos” es otro de los escándalos que se suma al precio de los escasos medicamentos que existen, y que apenas sirven para aliviar los síntomas. Empiezan a escasear los féretros, los carpinteros también son mortales. Por ésta razón, los cadáveres, cada vez en mayor cantidad, son envueltos en sábanas o simples trapos, y los carros de basura se incorporan a la flota fúnebre. Se inauguran las fosas colectivas. Hay saqueos y asaltos a viviendas a plena luz del día. Los delitos se incrementan velozmente, como los suicidios. Algunos delincuentes operan disfrazados de enfermeros, para acceder fácilmente a las casas en que hay enfermos.
Abril había comenzado con un avance desenfrenado de la fiebre. El día 4 fallecen 400 enfermos. El 15 la municipalidad ordena desalojar los conventillos. La Comisión pide que se los incendie. El cementerio del Sur, el actual Parque Ameghino de la Avenida Caseros al 2300, queda colmado. La municipalidad compra siete hectáreas en la Chacarita de los Colegiales y habilita un nuevo cementerio. El problema es la distancia. El ferrocarril Oeste tiende una línea de emergencia a lo largo de lo que hoy es la Avenida Corrientes, con cabecera en Corrientes y Pueyrredón. Se inaugura una suerte de tren de la muerte, pues el convoy, que realizaba dos viajes diarios pero de ida solamente, transportaba exclusivamente difuntos. Así nació Chacarita.
El 9 de abril fallecen 501 personas. Recordemos que el promedio diario de muertes antes de la epidemia, era de veinte individuos. Entonces las autoridades que todavía quedan, ofrecen pasajes gratis, y vagones del ferrocarril como viviendas de emergencia, en lo que hoy es el Gran Buenos Aires. Dos tercios de la población abandonan la ciudad. La Comisión Popular, independientemente del gobierno, también se dirige a los vecinos y aconseja textualmente: “...abandonen la ciudad. Aléjense de ella lo antes posible”.

El día 10 de abril, los gobiernos Nacional y Provincial decretan feriado hasta fin de mes, legalizándose una situación que ya existía de hecho. Ese día, 563 defunciones acompañan el feriado negro. A la parálisis de la administración pública y el sistema bancario, se suma una ola de quiebras y la caída vertical de la actividad económica. Los diarios cierran uno a uno. Sólo La Nación sigue saliendo en forma normal. La Prensa lo hace con una edición de emergencia.
Hubo personas que pudiendo abandonar la ciudad, no lo hicieron. Que en vez de tratar de salvarse, murieron llevando auxilio a quienes nunca habían visto. De unos pocos tenemos los nombres, como los doctores Roque Perez, Manuel Argerich, Francisco Muñiz y otros. La mayoría quedó en el anonimato. Cayeron luchando contra la epidemia: sesenta sacerdotes, doce médicos, cinco farmacéuticos y cuatro miembros de la Comisión Popular.
La cifra oficial de víctimas es aún hoy tema de discusión, pero la más verosímil sería la que da la Asociación Médica Bonaerense en su revista aparecida el 8 de junio de 1871: 13.614 muertos. Este dato coincide con el diario personal de Mardoqueo Navarro, un sobreviviente que llevó un cuaderno de apuntes durante toda la epidemia, y a quien Scenna reivindica como una importante fuente de información. Según el doctor Penna, siempre citando a nuestras fuentes, en lo que hoy es el apacible Parque Ameghino, habrían sido sepultadas nada menos que 11.000 personas. Del resto, algunos fueron llevados a Recoleta y los demás tuvieron el discutible honor de inaugurar Chacarita.










Este es un pequeño resumen de toda la búsqueda que realice. Hay mucho mas para agregar, pero creo que se haría muy extenso y aburrido








Estas son algunas fotos que fui encontrando, para recrear un poco más la ciudad en esa época. (Antiguo cuartel en Arenales entre Maipu y Florida)



Un mapa de Buenos Aires con las calles que había en 1870.



La plaza Victoria (actual plaza de Mayo).

1 comentario:

  1. vic estuve leyendo tu publicación, muuy interesante! increible cómo se va dando el crecimiento de la epidemia,las actitudes de las personas, los ataúdes apilados en las esquinas y un descontrol enfermizo... paranoico.

    Cuando puedas subite algunos de los borradores, para ver como avanza todo!

    suerte amigaaaa!! love u.

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